La campaña de la gripe A
en 2009, y su nefasta gestión por parte de la OMS y de los gobiernos, han
llevado a muchos profesionales y ciudadanos a cuestionarse la necesidad de
vacunarse de la gripe.
Publicaciones
científicas, de gran prestigio, están publicando en los últimos años datos de
estudios científicos que cuestionan de forma clara la vacunación contra la
gripe, al menos de la forma en que se está haciendo.
Cochrane en su
Número 1 de 2011, concluye que "las pruebas disponibles son de calidad deficiente y
no proporcionan orientación con respecto a la seguridad, la eficacia o la
efectividad de las vacunas contra la gripe en las personas de 65 años de edad o
más. Para resolver la incertidumbre se debe realizar un ensayo aleatorio
controlado con placebo, con financiamiento público y con poder estadístico
adecuado, durante varias estaciones".
(http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/14651858.CD001269.pub4/full).
También concluye que "no existen pruebas de que sólo la vacunación de los profesionales de la salud prevenga la gripe comprobada por laboratorio, la neumonía y la muerte por neumonía en los residentes de edad avanzada en los establecimientos de atención a largo plazo". Pese a ello, algun@s (neci@s, por supuesto) pretenden la vacunación a la fuerza del personal sanitario.
También concluye que "no existen pruebas de que sólo la vacunación de los profesionales de la salud prevenga la gripe comprobada por laboratorio, la neumonía y la muerte por neumonía en los residentes de edad avanzada en los establecimientos de atención a largo plazo". Pese a ello, algun@s (neci@s, por supuesto) pretenden la vacunación a la fuerza del personal sanitario.
Clinical Evidence (BMJ) publicó
en 2009 un estudio sobre 21 revisiones
sistemáticas, ensayos o estudios en el que concluye: "las vacunas vivas o
inactivadas son efectivas en la reducción de la infección y en reducir
ligeramente la ausencia del trabajo en adultos, pero no hay evidencia de que
reducen la transmisión, hospitalización, neumonía, o la muerte".(http://iurl.no/x05)
Lancet, publica en enero de
2012 un estudio: “Eficacia y efectividad de las vacunas contra la influenza: una revisión
sistemática y meta-análisis” en el que revisa 5707 artículos, y concluye que
las vacunas contra la gripe
pueden proporcionar una protección moderada contra la gripe virológicamente
confirmada, pero esta protección es muy escasa o inexistente en algunas
estaciones. No hay pruebas de protección en los adultos de 65 años o más. ( http://iurl.no/eYk )
Instituciones, y
también algunos profesionales de la salud, han quedado atrapados en la
evidencia y en la inercia terapéutica. Así, pretenden que hay una dicotomía entre pro-vacunas y anti-vacunas, cosa
tan absurda como la de pro-gelocatil y anti-gelocatil, que como es sabido por casi todo el mundo, sirve para la fiebre o el dolor; pero no para el cáncer de mama o la tos, por ejemplo. Si hay algo que perjudica
a las vacunas, y a la salud pública, es la mentira, y que el ciudadano confunda la vacuna de la gripe
con la del tétanos, polio, sarampión..., que son vacunas necesarias y eficaces. NO es de recibo ir con la bandera de la ciencia por delante, defendiendo posturas cercanas al radicalismo talibán en las prescripciones, por ejemplo, y luego darse la vuelta ante evidencias com ésta que cuestan mucho dinero, y que sería necesario para mejorar nuestra sanidad pública.
En 2009, la OMS
declaró la gripe A como pandemia, y calculó que morirían centenares de miles de personas.
La declaración de pandemia facultaba a la industria farmacéutica a poner en el
mercado vacunas y medicamentos, sin necesidad de pasar controles de eficacia o
de calidad. Automáticamente, todo el que no secundara las mentiras oficiales
iba a ser condenado al fuego eterno. Ejemplo muy claro de ello, fue la
criminalización por parte de algunos medios de comunicación, de la
monja-científica Teresa Forcades, tras publicar un vídeo en Internet crítico
sobre la campaña de la gripe A. (http://vimeo.com/6790193). No fué la única voz disidente, hubo otras de catedráticos de farmacología, salud pública, y de científicos conocidos, que también fueron "lapidados". Las redes sociales y el sentido común se movilizaron, y al fin, cayó parte del muro de la conspiración y el negocio.
Un médico
singular, bien formado e informado, como es Juan Gervás, lo explica de forma
muy clara. (http://iurl.no/Goz
, http://iurl.no/JmO , http://iurl.no/BfL). Su vehemencia no gusta a la medicina oficial, y se le silencia. Criticar al régimen no es gratis.
¿Y ahora qué?: con los estudios que disponemos actualmente, no se debería vacunar de la gripe. Dado que muchos estudios tienen sesgos, o están hechos con financiación de la industria, es necesario iniciar urgentemente estudios con financiación pública, de
eficacia, de eficiencia, de efectos secundarios de la vacuna de la gripe y
replantear si es necesario seguir con el paripé actual o buscar una vacuna
eficaz y segura.
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